CAPÍTULO 11: KEYNES CONQUISTA ESTADOS UNIDOS


El libro de Nicholas Wapshott trata temas económicos bastantes interesantes creando capítulos de gran profundidad en cuanto lo que fue el conflicto continúo entre Keynes y Hayek dos economistas de alto nivel que han dejado huella en nuestra historia económica con sus extensas doctrinas sobre el debate actual: intervención estatal versus libertad económica.

Pero en esta entrada nos centraremos exclusivamente en uno de esos magníficos capítulos, el capítulo once en el que Wapshott nos cuenta como Keynes conquistó a todos los jóvenes de Estados Unidos y al presidente del Partido Demócrata por aquel entonces Franklin D. Roosevelt.


Este capítulo comienza mencionando la publicación de "Teoría general", obra keynesiana que impulsaría a la revolución keynesiana. Pues bien, el desarrollo de este capítulo tiene lugar en los años treinta, concretamente en Estados Unidos donde tendría lugar el gobierno de Franklin D. Roosevelt, el cual se sentiría atraído por incorporar a sus programas de gobierno la creación de obras públicas para suavizar el masivo desempleo que había provocado la Gran Depresión.

Justo cuando Keynes publicó "Consecuencias económicas de la paz" tenía lugar la abrumada campaña del presidente Woodrow Wilson teniendo como objetivo principal la aprobación del Tratado de Versalles. Aunque Keynes estuviera en contra de las indemnizaciones impuestas a los países derrotados, tenía a Wilson en un pedestal, pero esto no duraría mucho tiempo, ya que, las relaciones que mantenía Wilson con ministros como Lloyd George y Clemenceau, llevó a que este se convirtiera en un traidor descrito por Keynes como un "Don Quijote ciego y sordo" , ya que llevó a que la solución a la "guerra que iba a acabar con todas las guerras" fuera la causa de una guerra aún peor(con referencia a la I Guerra Mundial y la II  Guerra Mundial).

Era por entonces, cuando Hitler había llegado a Berlín y Benito Mussolini a Roma gracias a las desgraciadas condiciones económicas que produjo la Paz de Versalles, cosa que Keynes había predicho tiempo antes de que sucediera. Es aquí, donde las ideas keynesianas empiezan abrir sus caminos y será Roosevelt su próximo objetivo, ya que desde que este entró en la Casa Blanca incentivó a probar nuevas vías para aliviar la depresión con un programa al que nombró como "New Deal" (conjunto de políticas y programas que destacaba la relación entre el gobierno y la regulación del bienestar económico).


La situación de Estados Unidos desde el crac se caracterizaba por un colapso en la inversión (caída del 90%) y  trece millones de estadounidenses desempleados, entre otras cosas. Keynes aprovechó la situación para mandarle una copia a Roosevelt de " Los medios para la prosperidad"  y una carta abierta publicada en el New York Times en la que mencionaba varias ideas como que los precios podían subir aumentando la capacidad de compra agregada y estimulando la producción, recalcó su idea del incremento de la compra nacional a través de los gastos del gobierno financiados con créditos en lugar de impuestos sobre las rentas actuales y explicó como el endeudamiento del Estado para financiar los gastos era el único modo de garantizar el incremento de la producción y de los precios en la depresión que se encontraban.

Roosevelt  inspirado en las ideas keynesianas, pensó gastar en presas hidroeléctricas, nuevas autopistas, parques nacionales...Pero Keynes pensaba que dichos programas darían resultados muy a largo plazo, cosa que no se podían permitir si querían salir de la depresión cuanto antes, por lo que volvió a hacer hincapié en realizar gastos públicos a gran escala incrementando así la demanda y recuperar la prosperidad de Estados Unidos. Fue entonces cuando ambos decidieron quedar en Estados Unidos, donde Keynes aprovecharía para explicarle varios conceptos al presidente como el multiplicador de Kahn (concepto económico que explica como un aumento del gasto inicial puede producir un aumento aún mayor en la producción y el ingreso nacional). 


Tiempo seguido, Roosevelt comenzó a aplicar algunas de estas ideas y llevó acabo varias estrategias destinadas a dar trabajo a los parados con grandes cantidades del gasto de los contribuyentes, cosa que aterrorizó a integrantes del gobierno por aquellas desastrosas cuentas. Pero Keynes se limitó a repetir que su idea para disminuir el desempleo solo era correcta de aplicar cuando la situación del país noera la idónea y no cuando la economía ya se hubiera recuperado, entonces lo que tendría lugar sería un aumento de los precios sin límite.

 Tras esta estancia de Keynes en los Estados Unidos, los jóvenes economistas se empezaron a sentir atraídos por la radicalidad de los cambios, Harvard se estaba convirtiendo en el primer punto de contacto de la invasión keynesiana, para los jóvenes Keynes era diferente, muchos cambiaron impensablemente sus ideologías como Alvin H. Hansen pasó de ser un economista clásico a ser el defensor más escandaloso de Keynes, al igual que Robert Bryce considerado "su profeta" , que tuvo el placer de recibir clases por parte de Keynes y  de asistir a un seminario impartido por Hayek ,pero aún así para éste  Keynes seguía siendo como "Alá". Como bien expresa Nicholas Wapshott , en tan solo dos años, Keynes cautivó el corazón y la mente de muchos jóvenes economistas estadounidenses llegando así rápidamente a multitud de departamentos económicos y al gobierno federal de Washington D.C. En cuanto aparecía una nueva idea keynesiana, se difundía rápidamente por todo el país.

En conclusión, el presidente estadounidense no entendió muy bien el keynesianismo ni llevó acabo muy bien sus instrucciones, sin embargo, la mayoría de los jóvenes de su gobierno si que lo hicieron y pensaban que aunque no contaran con grandes cantidades de dinero, implantar el keynesianismo, incluso en pequeña proporción, valía la pena. El desempleo no se resolvió de inmediato pero si mejoraba año tras año. En 1935 Estados Unidos tenía una tasa de desempleo del 14,3% y al año siguiente la producción nacional había recuperado los niveles de 1929.



  


Comentarios